EL Mundo Vs Yo

sábado, enero 27, 2007

Holas despues de tanto tiempo




Hace algunos días que estoy trabajando en una nueva historia y como de costumbre le voy cambiando cosas y modificando hasta ke le encuentro la forma real =P hay un personaje que ya le cambie el nombre mas de 3 veces juasss pero me decidi por el nombre de maximiliann.
La historia se situa en epocas medievales espero les guste....

Capitulo 1

Richelu 1741

Mientras corría al reparo de la oscuridad, subiendo las escaleras de la torre, se repetía una y otra vez que no podía ser cierto lo que había oído.

-Todo es un error- murmuró al llegar al descanso y se detuvo por un instante, para retomar el aliento.

-¿Te encuentras bien Lenmar?- preguntó Pacia al verlo tan agitado.

Este asintió en silencio y camino lentamente cruzando el angosto pasillo, sabía que al final se hallaban las respuestas.

Aun no podía creer que Celin lo hubiese traicionado -No puede ser cierto- se dijo por lo bajo y aseguro -ella no sería capaz-

Impaciente Pácia se ubicó junto a la ventana de piedra y consultó, al tiempo que tomaba una flecha de su carcaj –Ya estamos en posición ¿Doy la señal?-

-Aguarda un instante, primero debo verla-

El hombre meneo la cabeza con desaprobación, no podía creer como después del calvario que aquel hombre había vivido, aun dejaba lugar a duda.

Tomando coraje, Lenmar dio dos sonoros golpes a la gruesa puerta de madera.

Una delgada mujer de cabello entre cano asomó a medias, al reconocerlo intentó cerrar la puerta, pero él atravesó su mano evitándolo.

-No te interpongas Eva, se que esta aquí y debo verla- señaló en tono seco.

-¡No puede pasar!- exclamó la criada e intentando detenerlo alegó –Su majestad no se encuentra adecuadamente vestida-

Él la ignoró, sin mediar palabras empujó la puerta y cuando Eva intentó bloquearle el paso de un bofetón la tiró a un lado.

Al cruzar la antesala divisó su frágil figura a través del fino dosel de gasa blanca, en cualquier otra situación aquella podría haber sido la más bella vista que podría tener de esa mujer, envuelta en un blanco y grueso manto y con el pequeño niño en sus brazos se veía angelical.

Ella se hallaba sentada sobre un delicado diván de mármol, su vista estaba fija sobre el niño y de sus labios esbozaba una cálida sonrisa.

-Celín- musitó perplejo, al verla.

Al oír su voz, ella sintió que el corazón se le disparaba desbocado, no era posible que él estuviera allí.

Durante los primeros años de su encierro había sufrido episodios como aquel, muchas veces, pero al elevar la vista descubría que solo había sido su imaginación.

Temerosa de que nuevamente fuese un truco de su mente, guardo silenció por un instante, cerró los ojos, dio un gran respiro y elevó el rostro para enfrentarlo, estaba segura de que aquel fantasma desaparecería.

Pero para su sorpresa la figura no se desvaneció, por un prolongado instante se quedó viéndolo fijamente, al principio le costo reconocerlo.

Lenmar llevaba el cabello largo y el rostro cubierto por espesa barba rubia, la vestimenta era muy sencilla.

–¿Quién eres?- musitó confusa entrecerrando los ojos, el dosel de gasa que separaba la habitación de la antesala hacía más confusa la figura de aquel hombre.

-Dime que no es cierto- pidió en un susurro y avanzó hacia ella, extendiendo su mano corrió la gasa para verla más de cerca.

Reaccionando instintivamente Celin se puso de pie y retrocedió abrazando con fuerza al niño, cuando sus espaldas se toparon con el muro apretó los ojos con temor.

Él se detuvo de súbito, no quería asustarla, podía ver confusión en el rostro de la mujer, ella no lo había reconocido.

-Soy yo Celin, no temas, no he venido a hacerte daño-Ella negó con la cabeza, aunque no podía reconocer el rostro que se le presentaba, su voz era inconfundible.

-No es cierto- musitó sin querer creer.

-Mírame y contesta a mis preguntas- advirtió –Si dices lo correcto, prometo que nadie saldrá herido-

Haciéndose de coraje abrió los ojos, su rostro lucía muy diferente del que recordaba, los años se dibujaban con dolor, pero al encontrarse sus miradas un nudo se formo en la garganta, jamás podría olvidar aquellos ojos del tono más puro de gris.

-Dijeron que habías muerto- confesó con voz temblorosa.

Lenmar se acercó y le acarició suavemente la mejilla –Te ves tan preciosa, los años te han sentado bien- opinó, su último recuerdo de Celin era un rostro juvenil, casi de niña, pero ahora se veía como una verdadera mujer.

Ese suave contacto la hizo temblar, despertando súbitamente los sentimientos que por años había intentado enterrar en el pasado, buscando mantener la cordura se apartó.

–Dime que estoy equivocado, que lo que he oído no es cierto, que tu no has….- suplico sin palabras para continuar, temía siquiera decirlo.

-Siete años, ha sido demasiado tiempo- musitó desviando el rostro.

-¿Por qué?- susurró

-No hubo nada que pudiese hacer para evitarlo, tú te esfumaste en la noche, jamás diste una explicación.

Quise seguirte, pero me fue imposible, te busque por cielo y tierra, pero nadie supo decir nada de ti.

La primera y única noticia que tuve fue cuando aquel mensajero llegó notificando tu muerte y aun así no quise creerlo.

Por más de cinco años esperé tu regreso, encerrada en este lugar, pero jamás viniste a rescatarme…- en ese momento la voz se le quebró a causa del llanto.

Lenmar apretó el puño con impotencia –Fue el anciano, él nos engaño, lo había planeado desde el principio-

-No hables tan duramente de tu padre- sugirió, al tiempo que se enjugaba las lágrimas con el canto de la mano –De todos modos ya no hay forma de cambiar lo que sucedió.

El es mi esposo ahora, ya no puede haber nada entre tu y yo…-

-¡Te equivocas!- masculló entre dientes.

Volteando bruscamente buscó su mirada, al verlo se sorprendió

Lenmar tenía la mirada perdida y en su rostro se reflejaba una extraña expresión, entremezclada de dolor y rabia.

Ella lo conocía mejor que nadie y podía reconocer en su rostro cualquier sentimiento, pero en ese momento sintió el más profundo terror.

Sin decir más se marchó, el sonido del cerrojo de la puerta le dio la pauta de que la había encerrado.

Al salir ordenó a Pacia -¡Dad la señal! ¡Atacaremos sin piedad!-

El hombre asintió, tomo una flecha y la encendió con la antorcha que colgaba de la pared, luego la lanzó a través de la ventana.

Minutos más tarde, cientos de hombres surgidos de la negrura de la noche atacaron ferozmente el castillo.

Conociendo a la perfección aquel castillo y por medio de los pasadizos secretos, Lenmar fue directo a la recamara de su padre, la ira lo había cegado y ya no había nada que le pudiese detener.

Le haría pagar todos los tormentos y horrores que le había hecho sufrir, aún peor le haría pagar por la traición y el robo de lo único que importaba, lo más preciado que tenía, Celin.

Era ya entrada la madrugada, cuando el sonido de apertura se oyó.

Ella había pasado la noche en vela, sus ojos estaban hinchados por el llanto y sentía que los nervios la traicionarían de un momento a otro.

Sabía que debía hablar con Lenmar, contarle la verdad, aunque temía que no le creyese.

Los pasos fueron lentos, pero en su mente resonaron como tambores, al voltear para verle, Celin llevo la mano a la boca ahogando un gemido de terror.

Toda su ropa, incluso el rostro, estaban cubiertos de sangre y aun llevaba en mano la ensangrentada espada.

Lenmar la observó en silencio por un instante, su mirada era triste y a pesar de ello una chispa de odio brillaba en sus ojos.

Ante la impresión que le causó aquel cuadro y al caer en la cuenta de lo que había hecho, sus piernas se aflojaron y cayó de rodillas con los ojos llenos de lágrimas.

Él caminó lentamente, al estar frente a ella la tomo bruscamente por los hombros y gritando como un sin razón la zamarreo - ¡Quiero saber la verdad! ¡Pues el maldito sostuvo hasta el último instante que siempre estuviste de su lado, que le amabas a él y no a mí!

¡Dime que el viejo murió con la mentira en su boca y arderá por ello en el infierno!-

Horrorizada preguntó -¿Qué le has hecho?-

-¡Dilo!- mascullo entre dientes.

Con voz temblorosa musitó -Tú no eras así ¿Que te ha sucedido? ¿Como fuiste capas de dañar a tu propio padre?-

Al ver su llanto perdió el control, bruscamente la arrastro y tiró sobre la cama –¡Deja de defenderlo, no debes llorar por él! ¿Sabes lo que el viejo me ha hecho?- subiendo sobre ella la atrapó entre sus piernas a modo de quedar enfrentados, viéndola fijamente se abrió la camisa y enseño una gran cicatriz que le atravesaba el lado derecho del vientre.

-Él lo intentó y falló-

Confusa Celin alegó -No es cierto, yo lo vi llorar y sufrir tu muerte. Nadie sería capas de mentir con tal cosa-

Él frunció el seño con enfado –De modo que lo defenderás hasta las últimas instancias y preferirás creer en su palabra y no en la mía- tomándola bruscamente por el cuello preguntó con enfado -¿Tú estabas de su lado, acaso lo planearon juntos?-

Ahogada por la presión no pudo responder, en su desesperación intentó soltarse clavando las uñas en la mano de Lenmar, al tiempo que se retorcía bajo su cuerpo.

-¡Dilo!- ordenó fuera de si y la abofeteo con fuerza.

Entre lágrimas Celín gritó -¡No! El me engaño al igual que a ti-

-¡Mientes!- acusó y volvió a abofetearla –¡Al igual que él, lo harás hasta el último momento!-

En ese momento el niño despertó y comenzó a llorar fuertemente.

En cuestión de minutos el palacio se había convertido en un pandemonio, no había lugar donde no se estuviera desarrollando alguna batalla o las llamas no lo estuvieran consumiendo todo, la guardia real no era suficiente para enfrentar a la turba enardecida que los invadía.

Eva había ido en busca de Gabriel, la mujer estaba aterrada y quería ayudar a su señora.

Al llegar al ala este lo halló, el se hallaba junto al cardenal en la habitación del rey, Lenmar le había torturado hasta el cansancio y finalmente asesinado a sangre fría.

Tras relatar lo sucedido él la siguió a toda prisa hacia la torre.

Ellos habían conseguido evitar al ejército invasor y se habían refugiado relativamente cerca, pero al parecer la entrada estaba muy bien guardada.

Gabriel pidió a Eva que vigilase el lugar y fue en busca de hombres, algunos sirvientes pertenecientes a la cocina se mostraron gustosos de ayudar y con la colaboración de dos soldados de la guardia real, atacaron a los vigilantes.

Armados con cuchillas grandes y espadas los provocaron obligándolos a dejar sus puestos.

Cuando la entrada estuvo libre él aprovecho, junto a la criada, para infiltrarse.

A la corrida subió las escaleras, no sabía como lo haría pero debía rescatar de las garras de ese desquiciado a su hermana Celín, antes de que ella tuviera el mismo fin que su esposo el rey.

Tras haberla violado ferozmente, la ira de Lenmar no menguaba. En aquel momento se odiaba a si mismo por lo que estaba haciendo y la odiaba aun más a ella por no entenderlo y doblegarse.

Solo hubiese bastado reconocer el error, implorar piedad y él la hubiese perdonado al instante, pero ella no dejaba de defender y justificar al maldito anciano.

Tras haber llegado a aquel punto de la locura, ya nada era suficiente para saciar su sed de venganza y el llanto constante de aquella criatura lo estaba enfadando aun más.

Saliendo de la cama se colocó el pantalón y caminó de un lado a otro por la habitación.

Celin tragó su propio llanto y se arrastro envuelta en la sabana, quería calmarlo, temía que si continuaba llorando él lo dañase.

Al verla con el niño en brazos perdió por completo la razón, arrebatándoselo de las manos exclamó –¡No quiero volver a ver a esta criatura!-

-¡Devuélvemelo!- gritó desesperada -¡No le hagas daño, te lo suplico!-

Tomando una fina daga de plata, la colocó en el cuello del niño diciendo -Ya lo único que resta por hacer es deshacerme de este bastardo y todo lo que construyó el anciano se desvanecerá finalmente.-

Celin se lanzo corriendo para tomar el niño, pero el la alejó de un manotazo.

Ella cayó sentada junto al ventanal, el brusco movimiento hizo que Lenmar provocase un corte en el cuello del niño.

Al ver la sangre el pánico y la desesperación la abordaron.

Señalándola con la daga advirtió –No me obligues a hacerte daño Celin-

Ella se puso lentamente de pie –has lo que quieras de mí, pero te ruego por lo que más quieras, no dañes a Maximilian- suplico.

-Tú eres todo lo que quiero y si no me deshago de este niño, jamás conseguiré que seas solo mía-

-De acuerdo- musitó retrocedió unos pasos y tomando el cortinado lo abrió bruscamente, al otro lado se hallaba el balcón.

-¿Qué pretendes ahora?- preguntó avanzando hacia ella -Nadie te ayudará, por mucho que grites y supliques no habrá quien venga a este lugar-

Celin lo ignoró, rápidamente trepo al barandal y amenazó –Si le haces daño a Maximilian juro por dios que saltare y nunca más volverás a tenerme-

-¡Baja de allí en este instante! – ordenó.

Celin extendió sus brazos amenazante.

Adoptando un tono más amable advirtió –Celin, esto no es un juego- el viento soplaba con fuerza, si se mantenía allí por mucho tiempo, corría el riesgo de caer.

El golpe en la puerta llamó la atención de Lenmar, al ver por sobre su hombro descubrió que Gabriel y la criada se hallaban en la habitación.

-¡Déjala en paz!- ordenó en tono firme –Ella no ha tenido nada que ver en todo esto-

-Gabriel, era de esperarse que aparecieras, tú siempre le has estado rondando a Celin como un perro faldero.

Pero esta vez ni tu lógica, ni tus palabras, cambiaran la situación, ella me ha traicionado en componendas con mi padre y deberá pagar por ello.-

-Te equivocas ella ha sido tan victima como tu en este complot- aseguró.

-Mientes, todos lo hacen ¿O acaso también estabas con ellos?- meneando la cabeza reflexionó –Ahora comprendo, fue por ello que insististe tanto e intentaste convencerme en aquel entonces-

-Sabes que no es así yo solo pretendía tu felicidad y la de Celin, nada supe sino hasta hace unos días en que el rey me lo confesó, debes calmarte Lenmar y escuchar lo que tengo por decir…-

-¡Silencio!- ordenó clavándole la mirada – No escucharé tus alegatos engañosos, pues no son más que mentiras para salvar tu cuello. Cuando termine con ella tú también pagaras el precio de la traición-

En torno la dama ordenó – Bájate de allí de una vez-

El viento meció furiosamente la sabana que llevaba envuelta en el cuerpo y la hizo tambalearse peligrosamente –No- dijo en tono seco –Si piensas hacerles daño, al menos permíteme abrazar la muerte antes de ver el horror que tus perversas ansias de venganza pueden causar en la personas que más aprecio-

-¡Deja de intentar manipularme!- ordenó con un cierto tono de desesperación, sabía que la situación se le estaba saliendo de control.

-Por favor baja Celin- suplico Gabriel y en torno a Lenmar ofreció –Déjame purgar por los pecados que injustamente le atribuyes a ella, no opondré resistencia y juro soportar toda tu furia si ofreces perdonarla y a su niño-

Desesperado ante la posibilidad de que la mujer cayera prometió –Tomaré el ofrecimiento de Gabriel y tú serás perdonada-

-No, solo lo haré si prometes no dañar al niño o a mi hermano- refutó ella.

Gabriel se negó, pero ella lo desoyó, en torno a Lenmar lo instó al tiempo que su cuerpo se balanceo nuevamente en el barandal –Promételo-

Sin opción accedió –De acuerdo- retrocediendo y entregando la criatura a la criada indicó, al tiempo que se alejaba de esta –El niño esta seguro, por favor bájate de allí-

Gabriel al ver al niño lleno de sangre, se acercó a Eva. Este tenía un profundo corte en el cuello y a pesar de ello no lloraba, al parecer se había desvanecido.

Tomando un pañuelo de su manga, lo coloco para hacer presión en la herida.

-¡Eva llévalo a un lugar seguro!- ordenó Celin.

-Pero Celin…- alegó.

Ella lo interrumpió –¡Ve con ella Gabriel, huye lo más lejos posible!-

Ante la peligrosidad de la situación él asintió y en silencio ambos se marcharon del lugar.

Una vez que estuvieron fuera del cuarto Lenmar volvió a insistir –Ya te he dado el gusto, ahora debes bajar-

Celin simplemente se quedó allí observándolo, no podía creer la forma en la que el odio había cambiado al hombre que tanto había amado, las lágrimas lentamente le surcaron el rostro.

Sin poder contenerse preguntó -¿Cuándo calmaras tu ira? ¿Mira a lo que te ha conducido?-

-¿Niegas ser la causante de ello?- acusó en tono seco –Si no lo hubieras preferido a él, nada de esto hubiera sucedido-

-Te equivocas, yo jamás le preferí por sobre ti-

-Lo aceptaste como tu esposo y le has dado un hijo ¿Acaso eso no fue preferirlo?

Lloras su muerte y arriesgas tu vida a cambio de la de su Bastardo-

-No lloró por él, sino por ti, pues no puedo aceptar ver al hombre que amo, convertirse en el demonio que se me presenta…- ella hizo una pausa, el frío le estaba calando los huesos, el dolor y el cansancio le estaban quitando todas las fuerzas.

Obligándose a continuar confesó –Además, estás equivocado. Ese niño es tu hermano, eso es cierto pero no es mi hijo. ¿O aun no te das cuenta de ello?-

Lenmar quedó perplejo ante la revelación.

-Observa la cama y allí verás que esta la prueba de que tu fuiste el único que tomo mi castidad-

-¿Cómo puede ser eso cierto?- dijo avanzando hacia ella y extendió su mano para tomarla, al instante notó que tenía el rostro completamente pálido y todo su cuerpo estaba temblando –Baja, te lo suplico-

Celin asintió, pero antes de que él llegase a tomar su mano, las fuerzas la abandonaron por completo y resbaló.

Gabriel había llegado a la caballeriza y sin perder tiempo tomo dos potrillos, tras ayudar a la criada a montar junto con el niño, azotó con la fusta a su caballo y a la corrida emprendieron la huida.

Mientras cruzaban el puente levadizo el dirigió una última mirada a la torre, en la oscuridad de la noche y a causa de la distancia no pudo distinguir con claridad pero el horror se dibujó en su rostro al ver la figura desplomarse y la blanca sabana caer al vacío.

Apretando el puño espoleo con fuerza y continuó cabalgando hasta cruzar el final del puente, desde ese instante no volvió a mirar para atrás, pero el nudo en su garganta se mantuvo por horas.

Tras abandonar la ciudad él siguió a la mujer, ella tenía parientes en un lugar cercano y buscaría refugió entre ellos.

A pesar de la última visión y sin abandonar las esperanzas, Gabriel indicó a Eva que la acompañaría hasta allí y luego de dejarla a resguardo regresaría al castillo, debía confirmar lo sucedido.

Ya no importaba que suerte corriera, solo deseaba saber cual había sido la de Celin.





Despues me dice si alguien tiene ganas de leer y llego hasta aqui xDDDDD

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